Todos tenemos nuestra historia personal.
En mi caso, sentí desde joven un especial interés antropológico por las religiones y sus orígenes, motivos, y ritos, un interés que alimenté con los años; quizá parezca extraño, no siendo yo creyente, pero pensaba que las religiones, que han trastocado, modificado e influenciado tanto la historia de toda la humanidad, y lo continúan haciendo, eran algo digno de cierta atención; el concepto en sí me fascinaba.
Supongo que mi creciente curiosidad y mis dudas en la infancia sobre la religión que la sociedad quería para mí me llevaron, con el tiempo, a aprender mucho sobre ella y sus inconsistencias, incluso más de lo que aprende un creyente, que no alberga dudas ni preguntas sobre su fe.
Ninguno estamos libres de la influencia del mundo que nos rodea, pero librarse de la que es perjudicial es tan posible como necesario, incluso una responsabilidad que cada uno debería tomarse muy en serio, para que el paso de los años nos convierta en quienes debemos ser, no en quienes otros intentan transformarnos. Debemos separar el grano de la paja, y dejar de vivir en el campo de nuestros padres.
Supongo que mi creciente curiosidad y mis dudas en la infancia sobre la religión que la sociedad quería para mí me llevaron, con el tiempo, a aprender mucho sobre ella y sus inconsistencias, incluso más de lo que aprende un creyente, que no alberga dudas ni preguntas sobre su fe.
“Si quieres saber sobre Dios, deberías hablar con un ateo.”
[Alan Cooperman, conclusión del estudio de 2010 de Pew Forum on Religion & Public Life, sobre el conocimiento religioso entre la población de E.E.U.U.]
Ninguno estamos libres de la influencia del mundo que nos rodea, pero librarse de la que es perjudicial es tan posible como necesario, incluso una responsabilidad que cada uno debería tomarse muy en serio, para que el paso de los años nos convierta en quienes debemos ser, no en quienes otros intentan transformarnos. Debemos separar el grano de la paja, y dejar de vivir en el campo de nuestros padres.
Las religiones, como otras supersticiones de todo tipo, son algunas de estas malas influencias.
Porque ¿cómo algo bueno, como nos dicen que es una religión, nunca enseña a los niños y jóvenes (su objetivo primordial, al que hará seguimiento el resto de sus vidas) a pensar por sí mismos, a dudar, a ser adultos individuales e independientes, a no dejarse engañar por nadie, a utilizar la razón y la reflexión para opinar por sí mismos? No, las religiones sólo enseñan lo plasmado en sus "escrituras" tradicionales, llenas de dioses, héroes y villanos, mitos y leyendas que a modo de parábolas intentan decirnos cómo debemos ser y actuar en todos los ámbitos de la vida. Menosprecian nuestra capacidad de reflexión, nuestra madurez para decidir nuestro camino por nosotros mismos. Nos llaman rebaño.
Y sí, es cierto que "en teoría" las religiones nos dan ciertos valores morales "útiles", pero muchos de ellos torcidos y anacrónicos (sobre sexo y procreación, homosexualidad, igualdad, enfermedad, dolor, felicidad, placer). Valores que son injustos al chocar con la realidad del mundo. Ideales imposibles cuyo prejuicio para los demás un creyente difícilmente podrá ver, porque no habrá sido educado para reflexionar, sino para asumir esos ideales y respetarlos sin rechistar.
Porque no están sujetos a debate.
Nos dicen que son la palabra de Dios.
"Dios les dice a Adán y Eva que no coman el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Si ésta era la única forma en que podían llegar a distinguir la diferencia entre el bien y el mal, ¿cómo iban a saber que era incorrecto desobedecer a Dios y comer la fruta?"
[Laurie Lynn]
Sé que para un "indeciso", y sobre todo para un creyente, sus creencias religiosas no serán algo negativo, y las justificará hablando del amor, la felicidad, los valores que estas creencias le proveen. Dirá que le son útiles y le hacen feliz. Lo entiendo. Sé muy bien cómo se llega a pensar así.
Pero mentirse para ser feliz, es no darse la oportunidad de serlo con la realidad, sea la que sea.
"Pero los creyentes no son tontos, también reflexionan."
Por supuesto que no son tontos. Sólo son víctimas de un engaño. Uno en el que quieren seguir, porque no conocen otra cosa.
Por supuesto que no son tontos. Sólo son víctimas de un engaño. Uno en el que quieren seguir, porque no conocen otra cosa.
Y es el peor, porque cuando un timador te roba tu dinero descubres el engaño; cuando dejas de ser un niño, todos empiezan a decirte que El ratoncito Pérez o Papá Noel no existen y te haces mayor.
Pero en las religiones nadie te desengaña.
La reflexión del creyente no es tal, porque sólo reflexiona dentro de los parámetros de su creencia, no la pone en duda, sino que la justifica; no reflexiona sobre sus defectos y agujeros, sino sobre cómo explicarlos y justificarlos. Y así, siglo tras siglo, la gente ha construido un verdadero mosaico de explicaciones verdaderamente rebuscadas para cada hilo suelto de sus creencias.
Razones para seguir creyendo en ellas.
Razones para no tener que enfrentar la realidad: que pueden haber vivido engañados hasta entonces.
"Básicamente, no hay forma educada de decirle a una persona que ha estado equivocada toda su vida”
[Richard Dawkins]
Si esta reflexión del creyente fuese realmente profunda, este dejaría de serlo, como han dejado de serlo todos y cada uno de los millones de no creyentes del mundo a lo largo de la historia, y que nacieron en sociedades profundamente religiosas como lo han sido todas irremediablemente hasta hace relativamente poco, teniendo en cuenta la larga historia de la humanidad. Y estas personas dejaron de ser creyentes porque fueron capaces de ir más allá de lo que les habían inculcado, lo que les habían dicho que era bueno creer.
Dudaron de todo, y hallaron respuestas.
Si fuese profunda esa reflexión del creyente, se daría cuenta de que el amor, la felicidad, los valores... son humanos, y todos los humanos somos capaces de sentirlos, y de hecho así lo hacemos "incluso" los no creyentes (soy mejor persona desde que me conciencié de que serlo estaba en mi mano, y de nadie más, sin necesidad de estar involucrados dioses o religiones, sin pecados ni perdones impuestos por ellos. Entendí que yo era el capitán de mi barco, y por ello me responsabilicé del timón).
Y si fuese profunda, sobre todo se darían cuenta de que creer en cosas indemostrables (existencia de un Dios o dioses omnipotentes y sus hijos, milagros, ángeles y demonios, infierno, e innumerables ejemplos) es irracional. Porque una reflexión profunda nos lleva a preguntarnos: si una idea, por compleja que se haya vuelto con el paso de los siglos, no proviene de pruebas (religión, pero también OVNIs, tarot, bigfoot), ¿como puedo entonces ignorar que la idea sólo puede venir de la imaginación humana? ¿De dónde salió la idea si no, y qué razón hay para "creerla" como cierta?
Si la respuesta que se te ocurre no está contrastada con pruebas tangibles, entonces no es una respuesta, es un deseo.
No usar la razón que nuestra naturaleza nos brinda es un gran error. De Henri Frederic Amiel es la frase "una creencia no es verdadera sólo porque sea útil." Si buscas la felicidad, la genuina felicidad sin adulterar, prueba a dejar de creer en las ideologías de otros (de quienes nos las inculcaron), investiga, estudia, aprende, duda, toma las riendas de tu vida, y decide cuál es objetivamente la opción más correcta.
En mi caso, elegí el ateísmo.
No es la fe en viejos mitos, sino el acto de decisión razonada y sincera, la escrupulosa honestidad intelectual, el más feliz acto que un ser humano puede experimentar.
Es como encontrarse a uno mismo, como acallar las voces de los otros y escuchar, por primera vez, tu propia voz.
Con cariño espero que algún día tú, y tantos otros, también podáis experimentarlo.
Este blog personal no es un blog ateo, ni agnóstico, ni escéptico. Pero las obras de uno son el reflejo de quién es. Y esto es lo que toca estos días.
Debido a que el tema es tan delicado para algunas personas, debo recalcar que la que aquí expongo es sólo mi opinión, y aunque como cualquier hijo de vecino, piense que es la opinión correcta, mi intención no es imponerla, sino ofrecerla para escrutinio y reflexión de cualquiera interesado en el sano ejercicio de razonar.
Debido a que el tema es tan delicado para algunas personas, debo recalcar que la que aquí expongo es sólo mi opinión, y aunque como cualquier hijo de vecino, piense que es la opinión correcta, mi intención no es imponerla, sino ofrecerla para escrutinio y reflexión de cualquiera interesado en el sano ejercicio de razonar.
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