Hace unos días, por fin una sentencia judicial ponía en su lugar a una megacompañía por engañar impunemente a los ciudadanos de una de las maneras más abiertas y evidentes que existen: los remedios homeopáticos; la compañía francesa Boiron pagará 12 millones de dólares para frenar las innumerables demandas por publicidad engañosa, ya que sus supuestos remedios no curan lo que prometen, ni advierten en su etiquetado que aún no han demostrado su efectividad ante la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA).
¿Y qué es eso de la homeopatía, que tanto dice tu abuela que le va tan bien?
Que lo similar cura lo similar -un preparado homeopático de cafeína (que provoca insomnio) sería un somnífero homeopático- y que, cuanto más pequeña es la dosis de una sustancia, mayores son sus efectos, son presupuestos que van totalmente en contra del sentido común y del conocimiento científico. Es pura anticiencia. Y aún así, se llevaron a cabo pruebas ajenas a las de las compañías homeopáticas para intentar dilucidar si efectivamente "es tan falso como parece": todos los países que han perdido tiempo y recursos en hacer experimentos rigurosos y controlados de los productos homeopáticos, han demostrado su nula efectividad, más allá del efecto placebo (puede aliviar dolencias provocadas o aumentadas psicosomáticamente en algunos sujetos, sólo porque "creen" que les va a curar). ¿Cómo es que a pesar de todo ello se siguen vendiendo en farmacias?
En España, todos los productos homeopáticos carecen de la autorización correspondiente de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), pero se permite su venta porque "no son dañinos". Y eso es porque sin principio activo (no son un medicamento), evidentemente tampoco hay efectos secundarios adversos: porque sólo es agua. Y claro, el agua no es dañina. Es ese vacío legal contra estos timos del que se aprovechan sus fabricantes. Y es que la pela es la pela.
La homeopatía, como otros timos "legales" tales como las consultas de tarot televisivo, los curanderos y mediums, o los amuletos mágicos, se venden porque sus fabricantes son muy listos, comerciantes experimentados que conocen muy bien al ciudadano medio y los agujeros en las leyes. Es su trabajo. Pero eso no es nada nuevo, ¿no? Así funciona el mundo, decimos. ¿Por qué es tan preocupante, entonces? Porque no es culpa de los gobiernos, de las megacorporaciones, ni de las malvadas farmacéuticas a las que echamos la culpa de todo: el problema es nuestro. Estos timos funcionan, y siempre han funcionado, porque la gente es crédula, convencida de su efectividad aun sin conocimiento alguno. Es magia. Y con esa filosofía va por la vida, tragándose lo que les echen: homeopatía, cristales mágicos, cremas con ADN, chemtrails, conspiraciones lunares, o civilizaciones perdidas.
Boiron pagará una pequeña multa por vivir del cuento, sí, pero no será ninguna sentencia judicial la que erradique la eterna credulidad de la gente.
Anteriormente ya tratamos este tema aquí.
¿Y qué es eso de la homeopatía, que tanto dice tu abuela que le va tan bien?
Homeopatía:
(del griego ὅμοιος homoios, ‘similar’ y πάθος pathos, ‘sufrimiento’).
1. f. Sistema curativo que aplica a las enfermedades, en dosis mínimas, las mismas sustancias que, en mayores cantidades, producirían al hombre sano síntomas iguales o parecidos a los que se trata de combatir.
Que lo similar cura lo similar -un preparado homeopático de cafeína (que provoca insomnio) sería un somnífero homeopático- y que, cuanto más pequeña es la dosis de una sustancia, mayores son sus efectos, son presupuestos que van totalmente en contra del sentido común y del conocimiento científico. Es pura anticiencia. Y aún así, se llevaron a cabo pruebas ajenas a las de las compañías homeopáticas para intentar dilucidar si efectivamente "es tan falso como parece": todos los países que han perdido tiempo y recursos en hacer experimentos rigurosos y controlados de los productos homeopáticos, han demostrado su nula efectividad, más allá del efecto placebo (puede aliviar dolencias provocadas o aumentadas psicosomáticamente en algunos sujetos, sólo porque "creen" que les va a curar). ¿Cómo es que a pesar de todo ello se siguen vendiendo en farmacias?
En España, todos los productos homeopáticos carecen de la autorización correspondiente de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), pero se permite su venta porque "no son dañinos". Y eso es porque sin principio activo (no son un medicamento), evidentemente tampoco hay efectos secundarios adversos: porque sólo es agua. Y claro, el agua no es dañina. Es ese vacío legal contra estos timos del que se aprovechan sus fabricantes. Y es que la pela es la pela.
La homeopatía, como otros timos "legales" tales como las consultas de tarot televisivo, los curanderos y mediums, o los amuletos mágicos, se venden porque sus fabricantes son muy listos, comerciantes experimentados que conocen muy bien al ciudadano medio y los agujeros en las leyes. Es su trabajo. Pero eso no es nada nuevo, ¿no? Así funciona el mundo, decimos. ¿Por qué es tan preocupante, entonces? Porque no es culpa de los gobiernos, de las megacorporaciones, ni de las malvadas farmacéuticas a las que echamos la culpa de todo: el problema es nuestro. Estos timos funcionan, y siempre han funcionado, porque la gente es crédula, convencida de su efectividad aun sin conocimiento alguno. Es magia. Y con esa filosofía va por la vida, tragándose lo que les echen: homeopatía, cristales mágicos, cremas con ADN, chemtrails, conspiraciones lunares, o civilizaciones perdidas.
Boiron pagará una pequeña multa por vivir del cuento, sí, pero no será ninguna sentencia judicial la que erradique la eterna credulidad de la gente.
Anteriormente ya tratamos este tema aquí.